miércoles, 27 de febrero de 2013

Monsanto, transgénicos y bistecs de Frankenstein





Al aprobar la Comisión Nacional de Bioseguridad la siembra de maíz genéticamente modificado en nuestro país, se dispararon alarmas de emergencia por diputados, ambientalistas y personas en general.
¿Y por qué es esto así? Una mentira repetida mil veces se convierte en realidad, frase dicha por Lenin y comúnmente atribuída a Goebbels puede ser una buena explicación. Desde que estamos en la escuela siempre nos han hecho entender que todo producto natural es bueno, y también, que cualquier manipulación realizada por el hombre de seguro será una sustancia cancerígena poco menos que veneno para ratas. Esto pasa tanto con los aditivos alimentarios(coloquialmente llamados químicos) y con los transgénicos, y no obedece ningún pensamiento informado sino a lo que considero la caja de pandora del Siglo XXI: La Pseudociencia; algo que suena lógico que todo el mundo da por hecho, pero que carece de ningún fundamento.

Un alimento transgénico(como el susodicho maíz de la discordia) es aquel que por medio de la manipulación genética se le transfiere uno o más genes (que generalmente pueden ser transmitidos a la descendencia del producto modificado) proveniente de otro organismo (planta, animal, virus o bacterias) para mejorar algunas características de la planta, por ejemplo, resistencia a sequías, insectos y hongos. Curiosamente tendemos a saltar cuando se habla de ingenieria genética, cuando se habla de alimentos, no así para otros productos como lo son los fármacos. Hace algún tiempo se utilizaba insulina de cerdo en personas para el tratamiento de la diabetes mellitus; gracias a la ingeniería genética y a la biotecnología se utiliza bacterias(sí, bacterias) para producir insulina idéntica a la humana para pacientes diabéticos y nunca hemos oído que se convoque a huelgas o protestas por la producción de este tipo de fármacos, ¿extraño, no?

Algunas personas han afirmado erróneamente que el consumo de productos transgénicos ha incrementado la incidencia de alergias en paises donde se comercializa dichos productos. Curiosamente ha ocurrido lo contrario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura en su documento "Aspectos relativos a la inocuidad de los alimentos de origen vegetal genéticamente modificados" menciona que más bien la modificación genética puede eliminar alérgenos presentes de manera natural en los alimentos. La misma OMS se muestra contundente en este aspecto (y cito textualmente) "No se han hallado efecto alérgicos en relación con los alimentos genéticamente modifidcados que se encuentral actualmente en el mercado" el mismo documento afirma que se ha incentivado el uso de tecnología sin genes de resistencia a antibióticos.


La multinacional Monsanto (creo que la palabra multinacional, genera ya de manera estándar en la sociedad cierto morbo, de que su naturaleza más básica, es malvada hasta la médula) es una pionera en la utilización de nuevas tecnologías para mejorar los costos de producción, calidad y duración de sus productos.

Según información aportada por Monsanto, entre 1980 y 1996 ellos invirtieron 1500 millones de dólares en investigación para mejorar el control de plagas y malas hierbas, es decir no se quedaron con la idea de utilizar solamente plaguicidas para controlar las plagas de sus cultivos sino que utilizaron la biotecnología para mejorar genéticamente sus productos. Al lograr un producto superior genéticamente, la compañía se asegura recuperar su inversión en investigación patentando sus productos, algo completamente lógico y comprensible; si no existieran patentes; se reduciría gravemente la investigación científica en busca de nuevos productos y tecnologías debido a una imposibilidad de recuperar los dineros invertidos.

 Lo bueno de las patentes es que no son eternas, es decir tienen cierta cantidad de años de exclusividad de comercialización, para que quien crea productos innovadores pueda obtener ganancias y una vez concluída, otras compañías pueden elaborar y vender esos productos, es decir se incorpora como conocimiento público a la civilización con el fin de aportar conocimiento, pasa lo mismo con las medicinas y tecnología.

Puede existir muchas razones para estar en contra de Monsanto (justificadas o no) o de la siembra de transgénicos, lo que no estoy de acuerdo es que se le atribuya calumnias y mentiras acerca de consecuencias para la salud por consumirlos. Es un tema sumamente interesante siempre abierto para compartir conceptos y ver distintos puntos de vista (mientras tengan fundamento, claro está); recordemos, quien me discute, me complementa.

Saludos